Ignacio Solares, el entrañable maestro

El Sitio

Presagio de un visionario

Ignacio Solares, 2000 en su visita al estreno de Sitiados
Fotografía tomada por Octavio Flores

Un maestro trasciende en las prácticas de las demás personas, en las trayectorias de otras vidas, es aquél que inspira, que alienta para avanzar y allana el camino; un maestro motiva y acompaña.


Al maestro Solares lo conocí en persona de manera casi accidental. Antes y después de eso, leí varias de sus novelas y sus obras de teatro, hasta tuve la oportunidad de ver en el CUT un montaje de “El jefe máximo” con Jesús Ochoa y Miguel Flores, cuando yo era estudiante universitario. Lo que más me atrae de su escritura es la habilidad para aprovechar la Historia como pretexto de la ficción, como buen “Novelista de lo invisible”, hacía uso de sus habilidades poéticas en la escritura para exponer aspectos que solo el arte puede revelar.


Una ocasión, a finales de siglo, encontré en una librería de la gran ciudad, una novela que estaba recién publicada, El Sitio; de regreso a Oaxaca, inicié la lectura en el autobús. Es una novela tan intensa que no pude detenerme durante las seis horas y media que duró el viaje. Durante varias semanas regresé a algunos pasajes sorprendentes, donde hace uso de situaciones surrealistas para encerrar o liberar a sus personajes del sitio que se está relatando. Al poco tiempo, mi vocación escénica me insistía en que esta novela bien podía ser una obra de teatro, así que empecé a hacer una versión, para puesta en escena. Aprovechando una convocatoria de FONCA, metí el proyecto para financiarlo y afortunadamente nos dieron la beca con la condición de que el autor original de la obra diera su consentimiento. Nos dimos a la tarea de buscarlo para llevarle la propuesta y lo localizamos en su domicilio. Fue un encuentro revelador porque su generosidad y amplia capacidad de asombro ante las propuestas creativas de un incipiente grupo de teatro de Oaxaca, nos ayudó para que apoyara nuestra propuesta, con la única condición de que lo invitáramos al estreno, más que una condición era una bocanada de aliento.


En el último año del siglo XX, el maestro Solares visionaba la incertidumbre del principio de siglo y la retrataba de una manera que en los 23 primero años de este siglo se ha ido manifestando: el papel de la iglesia, del ejercito, los problemas familiares ante la incapacidad de soportar el confinamiento, el papel de la infancia en un mundo adultocentrista... 

En verano del 2000, cuando Fox había sido electo como presidente y el PRI estaba, preparándose para dejar el poder que había ocupado por décadas, se percibía entre  la ciudadanía cierta incertidumbre por la transición; no acabábamos de creer que el dinosaurio dejara tan fácil el poder, así que se respiraba cierta desconfianza. El maestro Solares había capturado en El Sitio, ese ambiente social y familiar en la transición de un régimen dinosáurico a otro. “El sitio” sucedía en un edificio de departamentos de la ciudad de México; la adaptación que hicimos para Oaxaca sucedía en una casa de dos patios, donde pueden vivir muchas familias a manera de vecindad, de tal manera que montamos dos obras simultáneas que sucedían en ambos patios, en donde los personajes transitaban de uno a otro. El reto era la sincronía de las escenas, así que nos impusimos muchos ejercicios de sincronía basados en acciones de lo cotidiano que ya aparecen sugeridas en la novela: tomar una taza de te, fumar un cigarro…, además de trucos técnicos como cambios de iluminación o sonidos ambientales. La propuesta era ambientalista, así que las actrices y actores convivían con el público y viceversa.

La puesta en escena terminó llamándose “Sitiados”, el maestro Solares cumplió su promesa, como buen maestro que acompaña, llegó al estreno en compañía de su familia. Pero no solo eso, la vio tres veces, pues había que vivir la experiencia completa: una ocasión viendo cada uno de los patios y otra más transitando entre ambos. En cada ocasión, en su papel de maestro, nos dio retroalimentación. Al final nos pidió la adaptación escrita, decía que le habían encargado una versión para cine.

Propuestas de imagen para medios,
hecha por Tono de diseño 

Gracias maestro Ignacio Solares por hacer de la Historia un acto poético, por inspirarnos, por alentarnos, por allanarnos el camino, por motivarnos y acompañarnos, antes, ahora y siempre. Buen viaje.


Respetuosamente

Pedro Lemus

Grupo de teatro Crisol


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